Gema García Marcos

Actualizado Miércoles,17enero2024-19:57

Para los que ya tenemos una edad (nunca he entendido bien esa frase porque todo el mundo la tiene, la verdad), los 90 fueron George Michael, los últimos coletazos de la Quinta del Buitre, John John Kennedy, las 'top models' y Calvin Klein (igual Butragueño, Sanchís, Martín Vázquez, Míchel y Pardeza andan un poco 'desubicados' en este recuerdo mío, pero yo lo veía así).

Naomi Campbell, Linda Evangelista, Christy Turlington y Cindy Crawford (y la Mcpherson) encarnaban una belleza tan inalcanzable como saludable y lozana (cada una con sus peculiaridades) que, de golpe y porrazo, fue arrinconada por un nuevo 'ideal' cuya denominación hablaba por sí misma. 'Heroin chic', lo llamaban, y, básicamente, se trataba de 'vendernos' la delgadez extrema y el aspecto casi enfermizo como el sumun... en las mujeres, claro está. Porque mientras ellas lucían lánguidas, ojerosas y escurridas, ellos no podían estar más mazados.

Rebelde, inquietante y con un atractivo extraño (incluso, algo marciano), Kate Moss se convirtió en la musa indiscutible de ese 'heroin chic' tan al límite del trastorno alimenticio que lo reventó sobre las pasarelas, pero, sobre todo, en esas míticas campañas de ropa interior que tanto rédito le siguen dando a Calvin Klein.

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Lo que se veía por fuera, al parecer, era lo que Moss llevaba por dentro, una mezclan tan explosiva como autodestructiva que la llevó a convertirse en portada de los tabloides británicos esnifando coca como el que se toma un bocadillo de calamares. Alcohol, tabaco, drogas, 'Cocaine Kate', al parecer, arramplaba con todo, sola o en malas compañías (porque ella tenía un don para juntarse con lo más canalla del 'show business' internacional').

Y la imagen de chica mala le rentó a más no poder... hasta que dejó de hacerlo. Se le empezaron a 'caer' los anunciantes, espeluznados por el despliegue de rayas y escándalos. Y el cuerpo (seguramente, también la cabeza) le dijo basta. Porque vivir de la imagen cuando el tabaco te ha destrozado los dientes y el alcohol te tiene abotargada se le pone cuesta arriba hasta a la top más top.

Así que la que fuera 'chica mala' en los 90 y bien entrados los 2000 acaba de cumplir 50 años reconvertida en musa del 'wellness' y, siguiendo los pasos de Paltrow o Mcpherson, ha montado un imperio llamado COSMOSS, sin velas con olor a su vagina (por el momento), pero repleto de tratamientos de belleza transformadores (que ofrece en lugares tan exclusivos como el spa del Four Seasons de Londres), infusiones, fragancias místicas (¿?) y afirmaciones reveladoras para empezar la jornada (150 diarias, para ser más exactos) como: "El comienzo es la parte más importante del trabajo".

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Inspirada por su amiga Sadie Frost, la modelo ha dejado el alcohol (ahora bebe sus infusiones de flores de hibisco, hojas de laurel machacadas y raíces de jengibre y los estupefacientes, aunque reconoce que sigue fumando de vez en cuando. Se ha mudado al campo, medita, practica rituales con cristales sanadores bajo la luz de la luna (su favorito es el cuarzo rosa) e, incluso, nada en plena naturaleza.

"No me siento como si tuviera 50 años", dicen que ha afirmado. La pregunta es: ¿cómo se tiene que sentir alguien cuando llega a esa edad? Cosas de musas...