Ha sido un año muy duro también para José María Olazábal, demasiadas ausencias. De azul marino y blanco, los colores de Seve en el día el que hubiera cumplido 64 años, se ponía delante de los micrófonos del Masters de Augusta.

Detrás quedan sus 71 golpes, las arrugas de los 32 masters disputados, la sonrisa de su mejor ronda desde 2015, que siete años después le permite superar el corte del torneo, y los ojos vidriosos de la emoción. "Estoy emocionado de verdad, os lo tengo que decir de corazón". Olazábal echó menos el abrazo de Seve. Bien Fuenterrabia, me hubiera dicho', decía recordándole con una sonrisa.

Tampoco en el banco de madera en la entrada a la Casa-Club se distingue este año la silueta de Sergio Gómez, su manager de siempre, su amigo, su padre deportivo y su todo. "Quiero dedicar esto a todos los que nos han dejado en este último año", Sergio, que fallecía en mayo de 2020, encabezaba esa lista entre los sollozos de Olazábal.

Imposible no contagiarse. No solo hay lágrimas detrás de esta hazaña, también trabajo y, en estos últimos meses, aplicado a la tecnología, una novedad que Chema, a sus 55 años, ha incorporado a sus entrenamientos. Si el pegador más importante del panorama golfistico, Bryson Dechambeau tuvo la osadía hace unos meses de afirmar que Augusta National jugaba para él como par 68 (en alusión a que podía alcanzar todos los pares cinco en dos golpes con comodidad), en el caso de Olazábal el campo se esta jugando esta semana par 75.

Además de ser imposible para el español poder llegar de dos en ninguno de los pares 5, hay tres pares cuatro, el cinco, el 10 y el 11 que juegan para él casi como si fueran pares cinco. El computo de los dos días, Olazábal ha pegado 14 golpes por encima de las 200 yardas. Cómo se ve, en cuestión de distancia, la desventaja con el resto de jugadores del torneo es abrumadora, Olazábal, con 240 metros de media, ocupa el penúltimo lugar del torneo en media de distancia tras los primeros 36 hoyos.

Donde el resto juerga hierros cortos y medios a los endiablados greenes de Augusta National, Olazábal pega medios, híbridos y maderas. Poco importa que el líder del torneo, Justin Rose, esté a nueve golpes, lo de Olazábal en este Masters, es una hazaña.

Rahm, dentro del torneo

La referencia del golf español volvió a ser Jon Rahm, aunque no tuviera el día más inspirado, el de Barrika fue capaz de terminar al par del campo, cerrando con un birdie en el hoyo 17 y una opción en el 18 que tocó hoyo.

Pese a que los rectores de Augusta National decidieron regar el campo y dulcificar así el sufrimiento de los jugadores, Rahm no supo aprovechar un día perfecto para hacer birdies y estrechar el cerco a Rose.

El próximo día solo queda salir en modo ataque desde el tee del hoyo 1. Algo que no podrá hacer Sergio García a pesar de su comienzo de segunda jornada prometedor, el agua del hoyo 15 fue el principio del fin, otro bogey en el 17 le dejaba con +4 fuera del corte.

En el camino de la amargura acompañan al español el número uno del mundo, Dustin Johnson, Rory Mcilroy, o entre otros, Brooks Koepka, todos verán a Olazábal el fin de semana por televisión.

A un golpe de Rose y con -6, compartirá partido estelar Will Zalatoris, un debutante que desafía a la historia. En el golf moderno, solo Fuzzy Zoeller fue capaz de llegar y besar el santo en el Masters de Augusta. Jordan Spieth se ubica al acecho a solo dos impactos del líder, para muchos, el rival a batir en el fin de semana.

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