• "A los españoles nos encanta apedrearnos" María Dueñas, en la Calle 14

Tantas cosas pasan en Sira (Planeta), la novela de María Dueñas que continúa a El tiempo entre costuras 12 años después, que es casi imposible hacer una síntesis. Primero hay una boda, luego un embarazo, luego una bomba, una muerte, un viaje, un romance, una estafa, un chantaje, un secuestro, un enamoramiento... Hay periodismo, hay espionaje y hay moda. Hay lujo y hay miseria. Reaparecen los villanos de El tiempo entre costuras pero también los secundarios bondadosos. Sale Franco, sale Eva Perón, sale Luis Cernuda, sale Tom Burns, sale Agustin de Foxá, sale Paul Bowles... Ocurre en Gibraltar, en Jerusalén, en Londres, en Madrid, en Barcelona, en Tánger... Aventura a aventura, como en un clásico del siglo XIX, Sira Quiroga, la heroína de María Dueñas que da título al libro, se va construyendo a sí misma como un personaje más cercano a nuestro tiempo.

Tenía la idea de que estas novelas eran un asunto de entretenimiento más o menos sencillo pero hay una parte de sofisticación literaria, no pequeña.Claro. No quiero sonar fanfarrona, pero eso ya estaba en El tiempo entre costuras. Había un trasfondo histórico, político y sociológico muy trabajado. Y literario, claro. Pero existe esa idea que te cuelgan: empiezas a vender mucho y te ponen en la categoría de la literatura fácil. Hay lectores a los que eso no les importa en absoluto porque buscan en una novela una diversión sin más complicaciones. Pero que eso exista no significa que las cosas sean tan sencillas. Y luego hay otro problema. Yo no escribo para mujeres, pero me leen más mujeres que hombres. A los hombres les cuesta mucho más romper el prejuicio con la literatura que vende.Hay un momento en el que parece que estamos en El cuarteto de Alejandría; otro rato que parece una novela de Javier Marías, otro de Ángel Vázquez; hay un ritmo que suena a Los tres mosqueteros...
No soy una lectora sistemática que vaya tomando notas y piense "este personaje me lo quedo". A la hora de escribir no hay un "a quién quiero sonar", espero tener una voz propia, aunque sé que esa voz propia es el resultado de lo que he leído. ¿Qué le gusta de Sira?Lo que me gusta es reencontrarme con Sira. Hemos tardado 12 años en reencontrarnos. En El tiempo entre costuras dejé un final un poco sin cerrar para que el lector decidiera. Aquello se interpretó como una puerta abierta a una continuación. Cómo iba yo a prever una continuación entonces, si no podía saber todo lo que pasó con aquel libro. La convivencia con Sira fue larga: la promoción, las traducciones, la serie... Necesité distanciarme, esperar a que llegara el momento. ¿Cuál era la idea que definía a Sira hace 12 años y cuál es la idea que la define ahora?Sira era una joven inocente, sin experiencia vital, que se dejaba arrastrar por un hombre que era un seductor/depredador con una cara escondida. Ahora está endurecida, está curtida y no sólo por la edad. Lo que ha pasado en su vida le hace ver el mundo con ojos diferentes. Y la siento más cercana, más parecida a una mujer del siglo XXI. En estos 12 años, el feminismo pasó de ser un tema secundario a estar en el centro del debate de nuestra sociedad. ¿Eso también ha moldeado a esta segunda Sira? No, porque todo lo que conecta con la sensibilidad actual estaba ya en El tiempo entre costuras. Aquello estaba lleno de mujeres que tenían que sacar las uñas, mujeres que salían adelante, que sufrían agresiones y se defendían y buscabaCultucccccccccccccn su independencia... Otra cosa es que no es posible forzar las cosas hasta el punto de que el feminismo de 2021 construya a un personaje que vive en 1947. En realidad, Sira no habría sabido ni que existía la palabra feminismo, pero las intuiciones y las actitudes de rebeldía sí que estaban y se nos hacen cercanas hoy.En el libro aparece Mary Larrañaga, la mujer de Agustín de Foxá, y muestra un tipo de hastío con la vanidad de su marido que parece un guiño a nuestro mundo. Y Sira también tiene un periodo, cuando está en Jerusalén, en el que está confortablemente retirada y se aburre. Y lo dice ella misma: si me hubiera visto la Sección Femenina, me hubiera puesto de paradigma. Pero qué aburrimiento, vivir día a día, sin aspirar a nada. Luego, las circunstancias impulsan la acción, pero sin ellas, igual habría tomado un camino, como dicen las viejas. Bueno: en la novela hay un elenco amplio de mujeres con circunstancias y actitudes muy diferentes porque las mujeres no somos monolíticas.Hábleme de la idea de España que se transmite en estos libros. Porque parece que España es un equipaje pesado y sórdido que acompaña a sus personajes cuando salen al mundo.Es que la España de Sira es doblemente triste. Estaban las consecuencias lógicas de la Guerra Civil, que fueron materiales, sobre todo. Y estaba la decepción de los que esperaban que los británicos y los estadounidenses fueran a acabar con el régimen militar y que se encontraron con que la Guerra Fría estaba en el horizonte y que los aliados veían que Franco les podía servir en su juego. Los exiliados que aparecen en este libro comprendían en ese momento que no iban a volver y los de dentro veían que España no se va a abrir. Era el momento de entender que aquello iba para largo. En el Reino Unido existía la misma pesadumbre por la guerra pero la sociedad remaba más o menos todos a unaEsa pesadez, ¿es algo en lo que se reconoce? Esa sensación de que es difícil ser español a veces.Bueno, hay momentos de todo tipo a lo largo de los años. A veces, como ciudadana, sientes un pesar por todo lo que nos ha pasado. Por todos los trenes que hemos perdido. Por cómo Europa se recuperó de una guerra espantosa mientras que España tardaba tantas décadas en alcanzar la democracia. Pero bueno, con sus luces y sus sombras, somos lo que somos y no tenemos más remedio que querernos un poquito.Hábleme del personaje de Diego Tovar, que es el hombre del régimen en esta novela. Me gustaría que lo comparara con los franquistas de El tiempo entre costuras.Los franquistas de este libro son más adaptativos y más interesados. A ver: el principal franquista de El tiempo entre costuras era José Luis de Beigbeder, que fue un personaje histórico, fue el alto comisario en España en Marruecos y fue el primer ministro de Exteriores de Franco.Y un pecador y casi un liberal. Era un pecador y un poco loco. Era un hombre muy inteligente, muy intelectual... No sé si era un liberal. Su familia era militar, había ido a la Academia con Franco. Yo diría que era un militar conservador que tendía a salirse del tiesto y a ser heterodoxo. Ahora, el franquista es Diego Tovar, que es un personaje ficticio, y que ya está muy desideologizado. Representa otro momento del régimen, cuando ya importa menos el Cara al sol y el lugar de los falangistas y los militares lo empiezan a ocupar unos católicos más melifluos, si quiere, pero también más preparados y cultos, más pragmáticos. Lo que nos dice ese personaje es que el franquismo no era monolítico, que no era la misma cosa durante 40 años. No fue así. Fue un sistema que se fue adaptando a cada momento. Como pudo, con más pena que gloria, pero se adaptó.¿Y el personaje de Eva Perón? Yo diría que aparece con todo lo que tenía de grotesco y con toda la corrupción que la rodeaba pero que el retrato, en el fondo, es amable. Porque Eva Perón tiene una parte admirable. Busqué hacer un ejercicio de equilibrio y no es fácil porque parece que no hay nada en medio, entre los que la envían al infierno y los que la tratan como a una santa. Investigué las dos versiones y con las dos he construido el personaje. Está la parte anecdótica de la mujer que llegaba tarde y que vestía extravagantemente, porque es cierto... Pero también es cierto que tenía un discurso propio muy sólido y muy sorprendente para una mujer de veintitantos años, sin educación, con carencias enormes en las cosas más elementales. Ella sola construyó su personaje, ella sola frente al mundo, y dejó un legado hasta nuestro tiempo. No conozco muchos líderes que lo lograran. Me apatecía mucho hacerle ese reconocimiento sin perder el equilibrio en la mirada.Si vamos ahora a una librería, veremos unas cuantas novelas históricas con una heroína en portada que se parecen un poco... ¿Cuál es la clave para ser diferente, para hacer algo valioso? Yo no tengo ninguna clave. Me ha funcionado escribir con honestidad, crearme espacios en los que me apetecía sumergirme y ya está. Nunca he buscado dar un paso más allá, pensar en cómo superarme, cómo diferenciarme, qué me invento para hacer 20 ediciones y 30 traducciones. Yo sé que hay literatura mejor y peor pero no quiero ser elitista ni clasista en literatura. Todo tiene su sentido, incluso el texto que que no me interesa, porque puede hacer disfrutar a otros lectores que han tenido otra educación y que tienen derecho a encontrar un libro para ellos. Y hay que tener un poco de respeto.¿La han tratado con desdén?He tenido mucha suerte. Los lectores y la prensa me han tratado muy bien y la crítica, bien, cuando se ha fijado en mí. Sería una desagradecida si me quejase. Sólo muy anecdóticamente me he encontrado a alguna persona que ponía esa cara de "Mira, esta es la que vende".

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