La convocatoria electoral en la Comunidad de Madrid, cuya onda expansiva alcanza de lleno a la política nacional, ha ampliado la tendencia acreditada en Sánchez de anteponer la propaganda a la gestión. Incapaz de centrarse en las prioridades como Gobierno, el presidente parece decidido -dadas las invectivas lanzadas contra Ayuso en los últimos días- a eclipsar por completo al candidato socialista el 4-M y a usar su posición institucional para intentar salvar los muebles en estos comicios.

La estrategia de Moncloa pasa por volver a instrumentalizar los anuncios gubernamentales en una suerte de martes electorales -como ya hizo con los viernes- aprovechando los acuerdos del Consejo de Ministros con fines partidistas. Así ha quedado demostrado por la voluntad del presidente del Gobierno de hacer coincidir los anuncios relacionados tanto con el plan de vacunas como con el fondo europeo de recuperación con el calendario de la precampaña madrileña. A ello hay que sumar el levantamiento del estado de alarma cuando expire el próximo 9 de mayo -medida comunicada por Sánchez sin consultarla ni pactarla previamente con las CCAA- y la decisión de iniciar los trámites para las exhumaciones del Valle de los Caídos.La mezcla de anuncios en clave positiva y rescate del comodín de la memoria histórica revela hasta qué punto Sánchez sigue obsesionado con ejercer de candidato de la oposición a Díaz Ayuso antes que de presidente del Gobierno. El adelanto electoral en la Comunidad de Madrid le pilló por sorpresa y de ahí que intente valerse de la maquinaria institucional del Ejecutivo para recortar distancias con el PP. El tacticismo electoral de Sánchez esconde no solo el retraso y las contradicciones del plan de vacunación, sino el agravamiento de la crisis económica y social provocada por la pandemia. Así lo ha admitido de forma implícita el Gobierno al verse obligado a rebajar la previsión de crecimiento al 6,5% para este año, por muchos anuncios a bombo y platillo que ahora haga Sanidad con la llegada de dosis de la vacuna de Janssen. Y lo que es peor: incapaz de recortar gasto, Moncloa prepara un hachazo fiscal («armonización», es el eufemismo) que anulará de facto la bonificación de los impuestos de Sucesiones, Donaciones y Patrimonio vigente en comunidades como Madrid o Andalucía, lo que refuta la promesa falsaria de Ángel Gabilondo.A ello se une el uso propagandístico del Plan de Resiliencia, que el Consejo de Ministros analizará hoy y que contempla una inversión de hasta 70.000 millones de euros en tres años. Sánchez lo presentará mañana en el Congreso, aunque continúa sin concretar -tal como exige Bruselas- la ejecución de una serie de reformas como la del mercado laboral o la de las pensiones, cuya demora obedece a las diferencias entre PSOE y Podemos y a la intención de la parte socialista del Gobierno de evitar llevar a cabo ajustes antes de la cita electoral en la Comunidad de Madrid. Como siempre ocurre en Sánchez, la mercadotecnia electoral a corto plazo está por encima de la gestión del interés general.

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